La postura de zazen

«Uno mismo no puede ver su propia postura y al mismo tiempo es fácil crearse ilusiones sobre la propia práctica, por lo que se recomienda la práctica en un dojo (el lugar de la Vía) y siguiendo los consejos de un practicante antiguo.»

Los tres pilares del zen

La postura. Empujar el cielo con la cabeza

Para practicar zazen hay que sentarse en un cojín (zafu), con la piernas cruzadas en la postura del loto o del medio loto, también es posible, si encontráis alguna dificultad, sentaros en la postura del cuarto de loto. La pelvis está basculada hacia delante de forma que las rodillas se apoyen en el suelo. A partir de esta base se endereza la columna vertebral, se empuja el cielo con la cima de la cabeza. La barbilla metida, la cabeza derecha, los hombros relajados. La mirada baja. La extremidad de la lengua se coloca sobre la parte delantera del paladar. La mano izquierda sobre la mano derecha, con las palmas hacia arriba. Las extremidades de los pulgares se tocan y están en prolongación uno del otro. Las dos manos colocadas sobre los muslos están en contacto con el abdomen.

De esta manera se crean las condiciones para la total inmovilidad. Sentados en esta postura, nos concentramos en la respiración. Cada detalle de la postura tiene un profundo significado. Las partes del cuerpo son interdependientes e influyen unas en otras. Gracias a la gran estabilidad de la postura es posible permanecer largo tiempo inmóvil. De esta manera, el ser humano deja de actuar como ser humano y deja que penetre en él la vida cósmica.

La respiración. El mugido silencioso.

Durante zazen la respiración juega un papel primordial. Es tranquila, imperceptible y estable con ritmo lento y potente pero natural. La respiración es larga y profunda. La inspiración surge naturalmente. Es más corta que la espiración.

Durante zazen el ritmo respiratorio y el ritmo cardíaco se reducen; la sangre y los órganos internos están mejor oxigenados. Esta aspiración, que ejerce un empuje hacia abajo sobre toda la masa abdominal, provoca un masaje interno y desarrolla una gran energía a nivel de la cintura, de los riñones y de las cadera. El que practica zazen luego puede mantener esta respiración durante la vida cotidiana ya que el cuerpo termina por adoptarla inconscientemente. Los Maestros comparan a menudo la respiración Zen con el mugido de una vaca o con la espiración de un niño que grita al nacer. La inspiración corta y la espiración larga y potente son signo de fuerza y vitalidad. Si la respiración en buena todo en la vida se vuelve fácil. Y como el cuerpo y el espíritu están unidos, una respiración profunda barre las complicaciones de la mente.

La actitud del espíritu. Dejar pasar.

De la misma manera que la respiración adecuada sólo puede surgir de una postura correcta, la actitud del espíritu se deriva naturalmente de una profunda concentración sobre la postura y sobre la respiración.

En zazen, las imágenes, los pensamientos, las formaciones mentales surgidas del inconsciente pasan como sombras delante de un espejo y se desvanecen naturalmente. Al no alimentar pensamientos personales, aparece la conciencia hishiryo, más allá del pensamiento. Este estado no es un estado de conciencia especial sino la vuelta a la condición original.

Al no intentar alcanzar la verdad ni cortar las ilusiones, la conciencia universal se manifiesta naturalmente. Gracias a la práctica de zazen se puede comprender que todos los pensamientos son sólo contenidos vacíos, desprovistos de sustancia real, que van y vienen. De esta forma uno se percata de que existe una conciencia intuitiva original, radicalmente diferente a la conciencia habitual del yo.

Kodo Sawaki kinhin

Kinhin, la meditación en movimiento

Kinhin es zazen en movimiento, un andar concentrado en cada paso al ritmo de la propia respiración.

Se empieza kinhin dando un paso muy corto con la pierna derecha. Durante la espiración se lleva todo el peso del cuerpo sobre la pierna de delante que está bien estirada. Ejerciendo una particular presión con la raíz del dedo gordo, como si quisiéramos dejar nuestra huella en el suelo. La pierna de detrás está relajada, con el talón en el suelo. Con la nueva inspiración, se da un paso muy corto con la pierna de detrás y se transfiere todo el peso del cuerpo a la pierna que queda ahora adelante, sin girar los hombros. La cabeza, los ojos, los hombros y la columna vertebral están en la misma postura que durante zazen. La mano derecha rodea la mano izquierda, esta con el pulgar encerrado en los otros dedos. La raíz del pulgar de la mano izquierda apoyada en el plexo solar. Los antebrazos están paralelos al suelo. Durante la espiración las manos ejercen una ligera presión una contra otra y ambas contra el plexo solar.

Durante kinhin, eres como el tigre cuando entra en la selva o como el dragón cuando entra en el mar

Si alguien pregunta qué es el verdadero Zen, no hace falta que abráis la boca para explicarle. Mostrad todos los aspectos de vuestra postura. Entonces el viento de primavera soplará y hará que se abra la maravillosa flor del ciruelo.

Daishi Sokei