El pasado 30 de abril fue el aniversario de la muerte del maestro Deshimaru y el primer fin de semana de mayo nos reunimos en el templo zen de La Gendronnière para una sesshin en su memoria.

Para que la práctica se perpetúe es necesaria la gratitud hacia los tiempos antiguos.

Crear ese nexo entre los tres tiempos: presente, pasado y futuro. Un viejo poema chino dice así: el torrente del río corre fuera del mundo, la masa de la montaña flota en una semiausencia. En estos versos hay dos nociones del tiempo, a la vez totalmente presente y sin embargo infinito. Ello recuerda algunas pinturas chinas, con una increíble economía de medios, apenas algunos trazos de pincel y, de golpe, un río, una barca solitaria nos llevan mucho más allá del cuadro.

Cuando el maestro Deshimaru llegó a Europa la palabra zen ya se conocía, pero za, nadie lo
conocía: sentarse y ya no moverse. Expresiones como mushotoku, sin meta ni espíritu de
provecho, hishiryo, pensar más allá del pensamiento, nos maravillaban. Estas palabras nunca
antes se habían pronunciado.

El zazen del que hablo no consiste en aprender a meditar, es sencillamente la puerta del Dharma de paz y de alegría.

El maestro Dogen en el Fukanzazengi nos dice: el zazen del que hablo no consiste en aprender a meditar, es sencillamente la puerta del Dharma de paz y de alegría. Al hacer zazen, este koan se manifiesta en nosotros, pero no puede ser agarrado. En el Zuimonki, Dogen insiste en que estar sentado en sí mismo es la práctica del Buda. Estar sentado en sí mismo y no hacer nada, no es nada, pero es la verdadera forma de sí mismo.

Sensei falleció el 30 de abril de 1982 y durante el verano que siguió hubo seis sesiones como era habitual. Una de ellas la dirigió Étienne Zeisler, uno de los discípulos cercanos. Durante diez días no pronunció ni una sola palabra. Mucha gente no comprendió, pero para él fue la forma más noble de rendir homenaje a Sensei. No decir nada, dejar que el río fluyera, con la solitaria barca mucho más allá del cuadro…

Cuando la boca está seca, solo entonces las palabras pueden no ser demasiado ruidosas.

Si se calló no es porque no tuviera nada que decir. Durante muchos años el Buda Shakyamuni no pronunció ni una palabra. Se dice que Bodhidharma permaneció nueve largos años de cara a la pared. La naturaleza profunda de zazen es el silencio. Hay gente para quien la culminación de zazen es pronunciar kusen, hablar en el dojo. Creo que se puede hablar en el dojo cuando ya no se tiene nada que decir. Cuando la boca está seca, solo entonces las palabras pueden no ser demasiado ruidosas.

Raphaël Doko Triet, 4-Mai-2021-dojo zen de Paris.